LEY JACINTA Y PERMISO DE CONDUCCION PARA EL ADULTO MAYOR

José Nagel, Investigador Cendec

Un grupo de parlamentarios con muy buenas intenciones, pero con mala información y escaso criterio, están impulsando el Proyecto Jacinta, que, en alusión al accidente que provocó la muerte de una guagua por un adulto mayor que equivocó un comando, introduce restricciones serias para el acceso de los mayores al permiso de conducir.

El proyecto asume que una gran cantidad de accidentes son producidos por adultos mayores con limitaciones físicas y mentales que les impiden conducir en forma segura.  De aprobarse, obligaría a que, para postular a la continuidad de su licencia, los mayores de 65 años deberían contar con un certificado expedido por un geriatra o un neurólogo que asegure que la persona está en buen estado y que el facultativo se hace responsable de dicha afirmación.

También, introduce una disminución progresiva del período de vigencia de la licencia llegando hasta, a partir de los 80 años, a la obligación de renovarlo cada año.

Un ligero acercamiento a los datos e información existente permite darse cuenta de los errores y prejuicios en que se basa dicha visión. A saber.

a.       No es efectivo que sean los mayores de 65 quienes producen la mayor cantidad de accidentes. La estadística de 2022 indica que, en ese año, hubo 32.004 conductores involucrados en accidentes de tránsito. De ellos, 16.900 tenían entre 25 y 44 años (52,8%), 7.810 (24,4%) pertenecían al grupo de entre 45 y 64 y solamente 1893 (0,59), eran mayores de 65 años. Es decir, no alcanza al 1% el porcentaje de conductores adultos mayores directamente involucrados en accidentes.

 

b.       Se argumenta, también, a partir de una visión edadista (discriminación por edad), que la situación de deterioro creciente de las capacidades de las personas mayores sería un factor fundamental para su incapacidad para conducir y el consecuente peligro para los demás. Sin embargo, la medicina y las ciencias muestran, hoy, un alargamiento significativo de la vida de las personas las que, en su gran mayoría, mantienen sus capacidades mentales y físicas por mucho más tiempo. Es altamente probable que una persona sana de 70 años tenga mejores capacidades de alguien menor que presenta diversas enfermedades.

 

c.       Sobre las causas de los accidentes, lo más claro que indican las estadísticas es que los factores más frecuentes son otros: exceso de velocidad, influencia del alcohol, manejo descuidado, uso del celular. Estas conductas, claramente no son propias de los adultos mayores sino de los grupos más jóvenes de la sociedad.

 

d.       Respecto a la posibilidad efectiva de contar con el certificado médico que se solicitaría, diversos personeros calificados han dicho que ello sería, prácticamente imposible. La población de adultos mayores supera hoy los 3 millones y seguirá creciendo. Y, por ejemplo, en el país, hay 181 geriatras (la mayoría en Santiago). ¿Cuánta sería la espera para conseguir una consulta? Adicionalmente, la probabilidad de que un médico se haga “responsable” de posibles accidentes es bajísima.

 

De aprobarse esta ley, las dificultades para muchos adultos mayores se incrementarían de manera exponencial. El automóvil da la posibilidad de una mínima autonomía y seguridad para personas que, en su gran mayoría viven solas o acompañadas de su cónyuge. A la vez, se incrementaría el aislamiento, realidad dolorosa para muchos mayores.

 

Estamos a las puertas de que se consolide una gigantesca discriminación basada en prejuicios y en una mala lectura de la realidad. Es imprescindible reaccionar cuando, aun, hay tiempo.

 

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