PERSONA MAYOR Y FAMILIA

Sonia Zapata 

La familia es la célula fundamental de la Sociedad, es el grupo natural del ser humano, único y. en ella se dan las principales funciones de socialización, allí el individuo adquiere su identidad. El ser humano no puede vivir a plenitud si esta aislado, tiene el instinto gregario muy desarrollado y necesita a su familia. De ahí la importancia de este grupo social en la atención y cuidados de la persona mayor y el papel que juega el anciano como integrante de ella.

El mayor desarrollo económico que ha tenido el país ha permitido que las personas vivan más años, y ha significado cambios en la configuración del hogar en que viven. En la medida que las familias jóvenes han tenido la oportunidad de obtener una vivienda propia han podido independizarse. de sus padres. Así han aumentado las personas de la tercera edad que viven únicamente con sus parejas o solas .Estos cambios pueden influir  en las posibilidades que tienen las personas mayores de contar con recursos humanos que les ayuden a enfrentar los principales cambios que les ocurren al envejecer, por ejemplo, el deterioro de sus condiciones de salud, la disminución de sus ingresos y el aislamiento o soledad que sufren al dejar de trabajar o al perder la pareja.

Las relaciones que las personas establecen con el entorno les permiten un mejor uso de los recursos. Las personas de la tercera edad cuentan con recursos de apoyo familiar, pero además necesitan de algunos recursos de apoyo societal, públicos o privados.

La familia es vista por los mayores como la principal entidad encargada de su cuidado, proveedora de ayuda material (servicios) y de apoyo psicosocial a sus miembros. Las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras de las personas de edad avanzada. Esto plantea la paradoja de que mientras se incrementa su participación laboral- con la consiguiente menor disponibilidad de tiempo libre- aumenta la proporción de mayores con probabilidad de requerir cuidados especiales de parte de ellas

Configuraciones familiares de las personas mayores

Según cálculos obtenidos a partir de los censos, (en Chile ) se puede constatar que la mitad de las  personas mayores vive en hogares extensos, con presencia de otros familiares, especialmente hijos. Hasta hace algunos años gran parte de la tercera edad encabezaba como jefe o pareja un hogar con presencia de otros familiares y/o no familiares de distintas edades y un porcentaje menor vivía en casa de otros en posición de padres o suegros Los principales cambios son el aumento de hogares de menor tamaño, formados por personas mayores viviendo solos o únicamente con sus parejas También se producen cambios en las configuraciones del hogar según la edad de las personas. A medida que aumenta la edad aumenta el allegamiento en casas ajenas, disminuyen las personas mayores viviendo únicamente con sus parejas y se hace menos frecuente el hecho de encabezar hogares extensos.

Estructura y calidad de las relaciones familiares de las personas mayores

La mayoría de las personas mayores tiene hijos vivos y los tienen físicamente cerca: con los hijos se tiene contacto -personal, por teléfono o correo—varias veces por semana y un bajo porcentaje no se contactan nunca. La comunicación diaria es relativamente más frecuente entre las mujeres y los de mejor nivel educacional.

La mayoría de los mayores afirma que con los hijos casi nunca se pelea o discute, un porcentaje menor (8%) expresa que lo hace casi siempre. Están en general satisfechos o muy satisfechos en su relación con los hijos, mientras que existe un porcentaje de alrededor de 15% que están poco o nada satisfechos. Es interesante destacar que consideran que la relación que tienen con sus hijos ahora es mejor y/o igual que la que tenían con ellos antes de cumplir 60 años.  A medida que se desciende en la escala social disminuye tanto el contacto, como la calidad de las relaciones (aumentan las discusiones, hay relaciones menos satisfactorias.)

La mayoría siente que puede contar con su familia y que son bastante unidos, aunque siente que a menudo lo toman poco en cuenta. Esta última percepción es más frecuente a menor nivel socioeconómico.

Las personas mayores viven más solos a medida que envejecen, especialmente cuando enviudan, lo que está determinado, en parte, por el relativo mejoramiento de las condiciones económicas y de vivienda que han experimentado los chilenos. Estos cambios implican un debilitamiento de la conciencia de apoyo de la familia y del cuidado de las personas mayores por y dentro de ésta. Los que se encuentran menos satisfechos son los que han debido allegarse en casa de familiares. En general, se confirma la falta de asociación con quienes viven las personas mayores  y la menor satisfacción de la calidad de las relaciones con las personas con quienes viven.

Las personas mayores que viven solos tienen una peor percepción de calidad de las relaciones familiares en comparación con el resto, pero no se observan diferencias entre vivir únicamente con la pareja o en hogares extensos, ya sea encabezándolos o en forma de allegamiento.

Las personas con buenas relaciones familiares y relaciones insatisfactorias con sus hijos o con quienes viven, están más satisfechos en comparación con las que tienen malas relaciones familiares o relaciones insatisfactorias, Cabe destacar también que, tener (o haber tenido) hijos se relaciona con una mejor percepción de satisfacción con la vida, con una importancia incluso mayor que las de la calidad de las relaciones familiares y de la ausencia de relaciones insatisfactorias.

No se ha confirmado el efecto del apoyo social sobre la percepción de bienestar de las personas mayores. Esto es consistente con otros estudios realizados también en Chile donde el apoyo social no aparece afectando el bienestar de los mayores. Esto se puede explicar porque la idea de tener que recibir apoyo social puede significar una condición de dependencia para los mayores y ellos prefieren no verse en la necesidad de recibirlo.

Respecto de la ausencia de asociación entre tipos de hogar y bienestar, en otro estudio realizado en Chile también se encontró que no hay muchas diferencias entre los que viven solos o acompañados. Esto se explica porque más que las configuraciones de hogar, lo que importa es la calidad de las relaciones que se tienen con los familiares. se destaca el fuerte efecto negativo de los problemas de salud, específicamente, de tener una enfermedad sin tratamiento o dos o más enfermedades (con o sin tratamiento) sobre la percepción de bienestar subjetivo.

Tanto el nivel socioeconómico como la educación de las personas mayores tienen relación con su bienestar, lo que indica que la educación aporta algo más que ingresos para tener una mejor calidad de vida en la vejez. A través de la educación se adquieren habilidades psicosociales que permiten adaptarse mejor a los cambios que pueden ocurrir al envejecer, así como la transmisión de un conjunto de hábitos (como los nutricionales y de realización de actividad física) que pueden impactar directamente en la calidad de salud de las personas mayores.

Se ha confirmado la importancia que tiene la familia para las personas mayores y cómo una buena calidad de relaciones familiares impacta positivamente a su nivel de bienestar. Para una gran mayoría de las personas de la tercera edad las relaciones familiares son bien valoradas, cuando. tienen malas relaciones familiares y/o tienen relaciones insatisfactorias con personas cercanas, esto afecta negativamente a su calidad de vida. Cabe agregar que la calidad de las relaciones no depende de con quienes viven, por lo que el aumento de hogares unipersonales y de menor tamaño no debe ser interpretado como un indicador de debilitamiento de los lazos familiares.

Posiblemente esta situación puede deberse a que en algunos casos el convivir con otras personas fortalece los vínculos, mientras que en otros los entorpece. Por ejemplo, convivir con los nietos puede reforzar la relación abuelos-nietos, mientras que vivir con los hijos puede conllevar un aumento de discusiones y, por ende, de relaciones insatisfactorias.

En suma, es importante destacar que las políticas públicas para las personas mayores deberían tener un enfoque familiar más que individual. La familia puede constituir una importante fuente de recursos. De hecho, la mayoría de las personas de edad siente que puede contar con ella, sin embargo, es necesario apoyarla, especialmente si se trata de los sectores más privados económicamente. También hay que prestar especial atención al hecho de que en las últimas décadas ha ido aumentando la inserción laboral femenina y seguirá incrementándose, lo cual implica una sobrecarga para las mujeres de edad intermedia, con padres a los cuales cuidar, hijos en edad escolar y una jornada de trabajo extensa. De esta manera, un enfoque global de políticas públicas debiese mirar no solo a la persona que envejece sino también a su familia, de modo de potenciar su rol de apoyo, antes que reemplazarlo o sobrecargarlo.

 

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