ADULTOS MAYORES Y APOYO DURANTE LA PANDEMIA

                                                               Los Editores

El Laboratorio de Encuestas y Análisis social (LEAS) de la Universidad Adolfo Ibáñez acaba de dar a publicidad un estudio sobre los apoyos recibidos por las personas durante la pandemia. Este apunta a captar la percepción que las personas de diferentes grupos de edad tienen acerca de la ayuda recibida de parte de familiares, amigos, vecinos, colegas y organizaciones durante la pandemia.

Lo más interesante del estudio es que deja en evidencia que el grupo que recibió menos apoyo fue el de los adultos mayores. A pesar de que no se desagregan las respuestas del grupo de 55 años y más, cosa que habría sido interesante dadas las diferencias que se producen entre los estratos de edad de los adultos mayores, hay, sin embargo, una conclusión clara: la escasa ayuda que ellos perciben recibir.

Así, solo el 34% de las personas mayores siente que recibieron ayuda de sus familiares y amigos durante la crisis del coronavirus. Esta proporción disminuye al 14% si se trata de la ayuda de vecinos y al 5% de compañeros de trabajo. Estas cifras contrastan con las de las personas de grupos de edades más bajas donde los porcentajes son considerablemente más elevados.

Entre las ayudas institucionales, son las medidas de Gobierno las que alcanzan a mayor porcentaje de adultos mayores (49%) pero, de todas maneras, dejando fuera de ellas a poco más de la mitad de este grupo. Le siguen las ayudas de las Municipalidades que alcanzan al 34% del grupo y las de organizaciones religiosas que no superan el 9%.

Esto muestra que es necesario, por una parte, revisar la forma en que funcionan los mecanismos de apoyo institucional por cuanto, habiendo una prioridad declarada por el grupo adultos mayores hay, al parecer, dificultades para que esto se vuelva realidad.

Por otra parte, hay un aspecto más complejo que se refiere a las relaciones familiares, al aislamiento en que viven muchos adultos mayores y al debilitamiento de las redes sociales en las que están insertos. Esto hace que la frecuencia de contactos y la posibilidad de recibir apoyos disminuya y sea prácticamente inexistente en muchos casos.

Este es un tema cuya solución es urgente y que llama a la responsabilidad social para trabajar soluciones en los dos niveles. Por una parte, contar con canales más eficientes para las ayudas gubernamentales y municipales y, por otra, hacer conciencia de la necesidad de integrar efectivamente a los adultos mayores a las redes familiares y sociales y generar, así,  redes de apoyo que eviten el aislamiento y la indefensión.

 

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