ANALISIS DE UNA POLÉMICA: VEJEZ, TRABAJO Y POLÍTICA
Los editores.
En los días recién pasados se produjo una polémica a través
de las cartas al diario “El Mercurio” sobre el envejecimiento y el acceso a
cargos políticos o al mundo del trabajo para las personas mayores. El punto de
partida fue un artículo sobre la elección de Joe Biden quien, a sus 77 años,
accedió al cargo con más poder en el planeta, haciendo con ello un desmentido a
la visión negativa sobre las capacidades de las personas mayores.
Una segunda carta aludió
a los impedimentos legales para que, pasada cierta edad, los adultos mayores
puedan seguir en el mundo del trabajo aunque estén en plena capacidad
productiva y pensante. Se dieron ejemplos de personas de avanzada edad que
siguen teniendo roles destacados a nivel internacional y de países que han
puesto en cuestión el tema del retiro obligado del mundo del trabajo a los 60 o
65 años.
Sin embargo, terció posteriormente otra persona, con una
posición contraria, argumentando que los ejemplos citados de personas mayores con
actividad relevante son excepciones y que, por el proceso natural de desgaste
físico y mental, lo adecuado es que los mayores le den el paso a las
generaciones jóvenes, lo que no quita que aporten con sus experiencias pero no
que se les otorgue el protagonismo a los ancianos. Lo razonable, según esta
persona, sería ceder el liderazgo a las personas más jóvenes.
Esta última argumentación provocó varias respuestas apuntando
al hecho de que son justamente esas creencias sobre la vejez las que refuerzan
los prejuicios y mostrando que, por el contrario, junto con el alargamiento de
la vida en las últimas décadas, hay también un fortalecimiento de la salud
física y mental de las personas mayores. Y a la inversa, sería la inactividad
la que conduciría al debilitamiento de las capacidades.
Y al respecto, caben algunos comentarios desde nuestra
perspectiva de investigadores en este campo.
1.En primer lugar, parece muy positivo que el tema se levante
y se discuta en los medios de comunicación. Esto, hace años no habría ocurrido
por cuanto la tercera edad y su lugar en el mundo del trabajo y del poder no era
materia de preocupación. Hoy la tercera edad tiene una importancia que antes no
tenía.
2.Esto se corresponde también con la importancia demográfica
que los adultos mayores han ganado. Tal como lo señala uno de participantes en el
debate, la esperanza de vida era, en 1.900 solo de 23,5 años. Hoy se acerca de
los 85 años. En el caso de Chile la población de 60 años y más representa el
16,7% de la población alcanzando casi a los tres millones de personas.
3.Por otra parte, la participación Laboral de las personas
mayores se ha incrementado también fuertemente. En Chile el 78% de los hombres y
el 30% de las mujeres de entre 60 a 64 años tienen un trabajo remunerado. Esta
cifra desciende en el grupo de 70 a 79 años pero aun así, casi un tercio de los
hombres y un 11% de las mujeres aún trabajan.
4.Prácticamente en todo el mundo occidental hay un conjunto
de barreras para que los adultos mayores puedan continuar trabajando. Desde
luego están las limitaciones legales que establecen una edad de jubilación que
resulta baja, dado el crecimiento de la esperanza de vida. Pero a ello se añade
la presión ejercida por lo jóvenes para ocupar puestos laborales escasos en
sociedades que mantienen altas tasas de desempleo y la actitud de los
empleadores que ven a los mayores más como una carga que como una fuente de
experiencia y saber.
5.Detrás de todo esto, hay una visión muy extendida sobre la
tercera edad que se basa principalmente en estereotipos acerca de las
incapacidades y limitaciones de los “ancianos”. A ello alude el término “viejismo”
que apunta a destacar el conjunto de creencias peyorativas sobre los “abuelos”
según las cuales se trata de un grupo que fundamentalmente debe ser protegido y
que reúne características
que lo asemejan a los niños pequeños.
6.Todas estas visiones desconocen también la complejidad y
diferenciación que existe al interior del grupo demográfico llamado adultos
mayores. Hoy no es lo mismo tener 60 años que 80. O ser profesional
universitario o tener solamente educación básica. Vivir en una comuna del sector
alto de la capital o en un sector rural aislado. Haber desempeñado cargos de
alta complejidad o labores rutinarias. Se trata en definitiva de personas con características,
motivaciones y conductas altamente diferenciadas tal como lo muestran multitud de
estudios en países diversos.
7.En todo caso, polémicas públicas como la que hemos visto
recientemente en nuestro país contribuyen a cuestionar los estereotipos y a motivar
para avanzar hacia políticas públicas y modificaciones legales que permitan
mejorar las posibilidades de inserción de los mayores en la sociedad que tanto
les debe. Y detrás de eso a desarrollar una conciencia que favorezca la
inclusión real y efectiva de la tercera edad en todos los ámbitos y actividades
sociales, políticas y económicas.
Saludos nuevamente
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