EDADISMO, ESTEREOTIPOS Y DISCRIMINACION AL ADULTO MAYOR

José Nagel

El término “Edadismo” fue creado hace ya varias décadas por el gerontólogo Robert Butler para referirse al conjunto de prejuicios y estereotipos que minusvaloran a las personas de edad avanzada y que sirven de base para conductas y procesos discriminatorios hacia los adultos mayores.

Los estereotipos más frecuentes sobre la tercera edad contienen una visión de los adultos mayores como un grupo:

-con capacidades físicas disminuidas;

-con pocas habilidades intelectuales y escasa capacidad de aprendizaje;

-con una visión atrasada de los procesos económicos, políticos y sociales,

-con nula capacidad para manejar las nuevas tecnologías,

-con comportamientos infantiles;

-y, por todo lo anterior, incapaz de valerse por sí mismo y que precisa protección.

 En la sociedad chilena, sin duda, el edadismo está presente y se manifiesta, fundamentalmente, en tres niveles: imágenes y mensajes comunicacionales, conductas individuales y procesos institucionales.

Los medios de comunicación han contribuido poderosamente a generalizar una visión estereotipada de los adultos mayores. Son frecuentes las imágenes de grupos de “viejitos” jugando, bailando o cantando como niños o las de “abuelitos” desplazándose dificultosamente. O las entrevistas a ancianos no autovalentes que yacen en casas de reposo. Se destaca, también como noticia el que un adulto mayor navegue en internet o haga parte de redes sociales.

De manera congruente con los mensajes comunicacionales, las personas ajustan sus conductas a esas creencias y estereotipos. Un ejemplo, es la discriminación que se produce, a nivel de las familias, hacia los adultos mayores en términos de no escucharlos porque se los considera “desfasados” de los acontecimientos actuales. En otros casos, con la mejor intención, hay conductas de sobreprotección impidiéndoles hacer ciertas tareas normales de la vida cotidiana.

Un ejemplo claro de lo está en el subconsciente de mucha gente, se produjo recientemente cuando una diputada y un alcalde descalificaron las opiniones de un respetado senador enviándolo a “ponerse pañales” y a “cuidarse de la demencia senil”. Sin duda, la capacidad, la información y la trayectoria del senador insultado es mucho mayor que las de quienes lo increparon pero, el hecho de tener edad, abrió las puertas a la descalificación.

Quizás tan grave como lo que se produce a nivel de mensajes o conductas individuales, es la existencia de procedimientos institucionales que consagran diversas formas de discriminación de los mayores. Trate usted de cambiarse de ISAPRE si tiene más de 70 años. Averigüe cuanto pagan sus hijos en la Isapre y cuanto le cobran a usted. Pregunte cual es la, oferta de seguros complementarios de salud y se dará cuenta que ella llega, en el mejor de los casos hasta los 70 años. Hay unas pocas clínicas y compañías que ofrecen alguna posibilidad a los mayores pero a precios exorbitantes y con mucha “letra chica”.

Trasládese al sistema financiero y trate de obtener una tarjeta de crédito si es mayor de 75. O bien solicite un crédito y, en caso que, por excepción, se lo ofrecieran pregunte por las tasas y compárelas con las de los más jóvenes.

Vaya a una notaría y, si es mayor de 75 y quiere vender algo o dar un poder, asegúrese de llevar un certificado de un psiquiatra de atestigua que usted está en buenas condiciones mentales. Y que no tenga la mala fortuna de vivir en un municipio que decidió que los permisos de conducir para mayores solo durarán dos años.

No obstante, los estereotipos no coinciden necesariamente con la realidad que muestran las estadísticas y los estudios. Hay, sin duda, una proporción de personas mayores que requiere asistencia. pero sobre el 75% de los adultos mayores son autovalentes, cerca del 50% se maneja con internet y las nuevas tecnologías y un 50% percibe su salud como buena. Por otra parte, una cantidad muy importante de quienes manejan inversiones son adultos mayores y su presencia es significativa entre los investigadores, escritores, médicos y profesionales de alta calificación.

Pero, desgraciadamente, los estereotipos son, con frecuencia más fuertes y terminan creando realidades. Su modificación requiere de un trabajo individual y colectivo sistemático y sostenido para deconstruir una realidad negativa que nos afecta a todos y que contribuye a la infelicidad de las personas mayores.

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