ADULTO MAYOR Y TRABAJO: A PROPÓSITO DE UNA POLÉMICA
José
Nagel. Investigador Cendec.
Hace pocos días, la Presidenta de la Asociación de AFP, en
una entrevista televisada, se refirió al aumento de la edad de jubilación como
un fenómeno inevitable que hace “que una persona que hoy día tiene 25 años debe
saber que la probabilidad de que pueda pensionarse a los 65 es cero.” Lo
complementó con alusiones a ilustres chilenos que trabajaron o siguen
trabajando hasta muy avanzada edad.
La entrevista provocó airadas respuestas de diversos
sectores con afirmaciones que van desde que se trató de “una burla” a los
trabajadores dado que la promesa las AFP era la de una buena jubilación a los
60 años para las mujeres y a los 65 para los hombres, hasta decir que la señora
Cox habló en broma.
No quisiéramos aquí, entrar en la polémica sino, más bien, recalcar
que detrás de todo esto hay temas de fondo con respecto a la edad de la
jubilación y a la realidad de los adultos mayores que siguen trabajando después
del retiro.
Es bueno, por eso recordar algunos antecedentes que permiten
formarse una idea acerca de la realidad de la continuidad del trabajo en
personas que ya han jubilado y de sus percepciones al respecto. Diversos estudios entregan datos sobre el
tema, siendo los más recientes los de la investigación del Centro de Vejez y
Envejecimiento de la Universidad Católica de Chile. (2018).
Sobre esa base, es posible constatar lo siguiente.
1. 1. La gran mayoría de las personas que han jubilado
lo han hecho a los 65 años o antes:89% de los hombres y 93% de las mujeres.
2. 2. Sin embargo, eso no significa que todos ellos
hayan dejado de trabajar. Muy por el contrario, una gran cantidad continúa trabajando:
50% de los hombres de entre 65 y 69 años y 30% del grupo 70-74. En el caso de
las mujeres, el porcentaje es menor pero también significativo:20% en el tramo
65-69 y 11% en las mayores de 70.
3. 3. Sin duda,
la necesidad económica es fundamental como causa que lleva a la necesidad de
continuar trabajando después del retiro. Más de un tercio de los que trabajan
expresan como motivo único y principal la necesidad económica (41% mujeres y
35% de los hombres). Adicionalmente un 23% afirma tener un doble motivo:
económico, pero a la vez, por el agrado que les proporciona el estar activos. Y
hay un 30% restante que dice trabajar por el agrado que ello les produce.
4.
4. Un dato
importante es que la disponibilidad y posibilidad de seguir trabajando está,
también, asociado con el nivel educativo y, por eso mismo, con el nivel
socioeconómico de las personas. Tanto en hombres como en mujeres, las tasas de
participación laboral de las personas entre 65 y 70 años son superiores entre
aquellos que tienen mayor nivel educativo y socioeconómico. (74% en hombres y
51% en mujeres de niveles superiores contra 61% y 25% para los niveles
inferiores).
5. 5. La posibilidad de continuar trabajando está asociada,
también, al tipo de ocupación de las personas. Es muy probable que entre
profesionales o personas que realizan tareas que no implican esfuerzo físico la
continuidad sea mayor. Esto se refuerza con el hecho que el 40% de los que no siguen
trabajando declara que ello se debe a impedimentos físicos o de salud. Sin
duda, no es lo mismo escribir o ejercer un cargo público que trabajar como
estibador o peón agrícola.
6. 6. Seguramente, si las pensiones mejoraran
sustantivamente, el porcentaje de personas que continúa trabajando disminuiría
sensiblemente. Pero, es interesante
notar que el tema del agrado que produce el seguir activos está presente en
gran cantidad de personas mayores.
7. 7. Casi un tercio del total de los hombres jubilados
mayores de 65 años (31%) y un cuarto de las mujeres (24%) manifiesta que hubiera
querido seguir trabajando después de los 65 años. Es decir, para esos grupos,
la expectativa de la edad de retiro está por encima de la actual edad legal de
jubilación.
8. 8. Por otra parte, más de la mitad de los mayores
de 65 años que están trabajando, expresan que les gustaría seguir haciéndolo
aunque no tuvieran necesidad económica. Y, en este caso, las cifras son
similares entre hombres y mujeres; 58% de los hombres y 54% de las mujeres.
De estas cifras es posible obtener algunas
conclusiones. La primera, obvia, es que las jubilaciones, por su escaso monto, obligan
a muchas personas a seguir trabajando. Así, el mundo del trabajo para estos
adultos mayores no es cosa del pasado, sino una realidad presente.
La segunda es que la posibilidad y
disponibilidad para seguir trabajando es distinta según el nivel socioeducativo
y el tipo de trabajo que se realiza.
Y la tercera es que, para muchas personas, el
continuar inserto en la vida laboral no resulta una situación insoportable o
una carga pesada. A la inversa son muchos lo que sienten esta situación como
positiva porque les permite mantenerse activos. Y esto se refuerza con su
declaración de que habrían preferido jubilar más tarde prolongando así su lazo
con el mundo laboral.
Visto así, la perspectiva futura de que la
edad de jubilar se postergue legalmente tiene dos facetas. Una, la de las
personas para quienes continuar trabajando resulta difícil y penoso por el tipo
de labor o por sus condiciones físicas. Y otra, para un grupo muy considerable
de personas que consideran que trabajar después de los 65 años, es garantía de
vida activa y sienten que quieren y pueden seguir haciéndolo.
Comentarios
Publicar un comentario