DEPENDENCIA EN LA VEJEZ

Sonia Zapata. Investigadora Cendec

 

El envejecimiento, en muchos casos, implica una declinación en las funciones del cuerpo y un aumento de patologías crónicas, lo que, sumado a barreras medioambientales, tanto sociales como arquitectónicas, hace necesario requerir el apoyo de otros para desenvolverse en la vida diaria. Esta pérdida de la funcionalidad origina que las personas mayores presenten algún grado de incapacidad para realizar por sí mismas las acciones de la vida diaria y subsistir independientemente.

Chile posee una clasificación, hecha por el Ministerio de Salud, del grado de dependencia en la realización de las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD). En ella, la persona mayor puede ser clasificada como autovalente, autovalente con riesgo y dependiente. La primera categoría está formada por personas que pueden realizar por sí mismas las actividades básicas de la vida diaria y son independientes tanto psíquica como físicamente. En la segunda están las que se encuentran en riesgo y presentan ciertas deficiencias bio-médicas que pueden limitar la actividad. En la última, están las que tienen algún daño físico y/o psíquico importante, se encuentran incapacitadas para realizar las ABVD y requieren de una persona que las ayude.

El Estudio Nacional de la Dependencia en las Personas Mayores (2009 SENAMA) presenta una tipología diferente: Independencia, Dependencia Leve, Dependencia Moderada y Dependencia Severa, de acuerdo a la actividad que se encuentre o no comprometida

Los dos componentes de la dependencia son la limitación funcional y la necesidad de ayuda humana para realizar la función. La limitación funcional y su grado de severidad se basa en el número y tipo de dificultades o incapacidades para efectuar determinadas actividades de la vida diaria.  Las alternativas de funcionalidad incluyen incapacidad completa y capacidad sólo si tiene ayuda. Las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) corresponden a bañarse, vestirse, caminar, comer, usar el excusado, acostarse y levantarse de la cama. Las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD) son: preparar comida, manejar su propio dinero, salir solo de su casa, efectuar compras, hacer o recibir llamadas telefónicas, efectuar quehaceres livianos de la casa, organizar y tomar sus propios medicamentos.

Utilizando las variables de funcionalidad y de necesidad de ayuda, se consideran diferentes grados de dependencia.

1. Individuos postrados. (Se define como aquellos confinados a su cama).

2. Personas que presentan demencia de cualquier grado.

3. Personas con incapacidad para efectuar 1 ABVD

4. Personas con incapacidad para efectuar 1 AIVD

5. Personas con necesidad de ayuda siempre o casi siempre para efectuar 1 ABVD

6. Personas con necesidad de ayuda siempre o casi siempre para efectuar 2 AIVD

Grados de Dependencia

La dependencia va desde lo severo a lo leve, según las actividades de la vida diaria involucradas y la ayuda requerida para su realización.

Dependencia severa es aquella en que los individuos siempre necesitan ayuda.

Dentro de la definición de limitación funcional severa se incluyeron las siguientes situaciones:

a. Individuos Postrados: aquellos confinados a su cama.

b. Sujetos que presenten Demencia de cualquier grado.

c. Presencia de alguna de las siguientes situaciones:

 Incapacidad para efectuar 1 ABVD (excepto bañarse)

 Incapacidad para efectuar 2 AIVD

Dependencia Moderada.

Cuando la persona necesita de ayuda humana, siempre o casi siempre. Incluye las siguientes situaciones:

 Incapacidad para bañarse

 Requiere ayuda siempre o casi siempre para efectuar 2 ABVD

 Requiere ayuda siempre o casi siempre para efectuar para efectuar 3 AIVD

 Incapacidad para efectuar 1 AIVD y necesidad de ayuda siempre o casi siempre para efectuar 1 ABVD

Dependencia Leve

La dependencia leve se ha definido como

 Incapacidad para efectuar 1 AIVD

 Necesidad de ayuda siempre o casi siempre para efectuar 1 ABVD

 Necesidad de ayuda siempre o casi siempre para efectuar 2 AIVD

En Chile un 21,5% de las personas de 60 años y más presentan dependencia en algún grado y un 14,1% presenta dependencia severa (SENAMA, 2009).

Se define discapacidad funcional, como la “restricción o falta de habilidad para realizar una acción o actividad de la manera normal, que ocurre como resultado de una deficiencia” desde su contextualización social “inhabilidad o limitación para efectuar actividades y roles definidos socialmente” (SENAMA, 2009:). La dependencia puede explicarse como el producto de la existencia de alguna discapacidad, pero, sin embargo, existen personas discapacitadas que no son dependientes.

La dependencia debería entenderse como “un constructo multicausal, multifuncional, y multidimensional, donde los factores biológicos, psicológicos y sociales son todos ellos antecedentes, que inducen a la dependencia conductual, esto es, a solicitar o aceptar pasiva o activamente la ayuda de los demás”

La dependencia en la adultez mayor es compleja y multidimensional. Este es un segmento de la población que se encuentra en constante crecimiento y que genera presión sobre los sistemas sanitarios y sobre las familias.

5.1.1 Dependencia y familia

La familia es la institución encargada de satisfacer las necesidades de mantención y cuidado de sus miembros. En la población mayor, este cuidado es informal y proviene, normalmente, de algún miembro femenino de la familia.  El cuidado informal, es el que realizan parientes, amigos o vecinos, es un sistema de redes caracterizado por la afectividad, la recurrencia del cuidado y el compromiso de cierta permanencia o duración. En las familias con menores recursos, que no tienen la posibilidad de pagar un cuidador formal, o financiar un ELE generalmente un miembro femenino se encarga de su cuidado.

En Chile el 85,6% de los cuidadores son mujeres y la mayor proporción de cuidadores corresponde a un hijo o una hija (83,7% de los cuidadores son hijas), y, en segundo lugar, a un cónyuge (75,5 % de los cónyuges cuidadores son esposas). Las/os cuidadoras/es de personas mayores se ven sometidos a importante sobrecarga de trabajo que implican deterioros psíquicos y físicos, impactando en su salud y calidad de vida. Por ejemplo, el 65,6% de ellas no han tomado vacaciones hace más de 5 años, el 55,7% cuida de su familiar sin ninguna otra ayuda y el 19% siente que “ya no puede más”.

El trabajo de un cuidador de una persona mayor dependiente es enorme, sobre todo en los casos que sufren algún tipo de demencia y las escasas redes de apoyo formal a los cuidadores impiden un adecuado afrontamiento a esta situación. Ocurre, entonces, que terminan siendo estos cuidadores quienes se ven en mayor medida sobrecargados, promoviéndose así un mayor ingreso de las personas mayores a la institucionalización.

La forma en que el cuidador y la familia enfrentan los cuidados va a depender de

 La interpretación que hace la familia y el cuidador de la conducta de la persona mayor: sí se sienten culpables, sí lo consideran una provocación, etc.

 El tipo de respuestas que desarrollan: planificar las actividades, darse descansos, encontrar aspectos positivos, entre otros.

 Las pautas de relaciones familiares anteriores: va a depender de cómo la familia construyó sus vínculos, su historia de relaciones.

La desinformación, respecto de los cuidados y las enfermedades, como la gran carga que estos cuidadores, facilita la aparición de una serie de consecuencia y un ambiente que puede generar incluso malos tratos hacia los adultos mayores.

 

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