EL   HOGAR

Angélica Carreño

Todo ser humano tiene un hogar. Este es el lugar a donde uno pertenece. Cuando nacemos llegamos y nos esperan llenos de amor y cuidados. Tenemos una familia, donde se forman lazos, aprendemos de sus costumbres, el idioma, sus comidas.

Cuando recordamos nuestra niñez nos llenamos de dulces recuerdos. Nos llegan tiempos de nostalgia de un pasado y pequeños detalles casi insignificantes, pero importantes, al recordar, el olor a tierra mojada, el sabor de la lluvia, de esa que llovía antes cuando volvíamos del colegio y nadie nos reprendía por mojarnos. Solo al llegar a casa empapados nuestra madre nos recibía con un “Por Dios Santo vienes empapada” nos secaba, arropaba y nos metía a la cama calientitos.

Que dulce fue ese tiempo de un hogar con madre. Y esas dos palabras bastan para abrir el baúl de los recuerdos; coloridos aromáticos tiempos, sin prisas, sin horas, eso se llamaba hogar.

Después nos tocó a nosotros tener nuestro propio hogar imitar costumbres, ritos, ambientes y crear recuerdos propios con nuestros hijos, tratando de que ellos sean tan felices como nosotras fuimos en nuestra niñez.

Cuando compartimos, en tardes de domingo de eternas sobremesas, los recuerdos de nuestra familia afloran y nos reímos de mil anécdotas en las cuales muchas veces, recién nos enteramos de los mil trucos de los cuales fuimos víctimas de nuestros hijos y nos reímos de nuevos de los engaños de los más pequeños, o sea, los nietos, que nos miran sin entender tanta algarabía.

Con esfuerzo y trabajo construimos un hogar, educamos los hijos, cooperamos cuando necesitan de nosotros, aconsejamos si tienen alguna duda, amparamos cuando la situación lo amerita. Consolamos en los dolores y tribulaciones, construimos una familia y. ahora, disfrutamos al ver la tarea hecha. El hogar es un lugar de puertas abiertas, de un té para compartir, de un plato de comida caliente, un abrazo, besos, caricias. Eso es hogar, eso es familia.

La vida es tan corta, muchas veces quisiéramos volver a ser niños, cuando el tiempo era eterno y nada nos preocupaba. Hoy el vértigo de vivir de lo inmediato es como un tren bala a mil kilómetros por hora que pasa frente a uno.

Ayer le hice trenzas a mi hija, hoy le hago un moño a mi nieta ¿cuándo pasó el tiempo que no me di cuenta?

Comentarios

Entradas más populares de este blog