MALTRATO A
LAS PERSONAS MAYORES
Sonia
zapata D. Investigadora Cendec
Las últimas noticias de la prensa nacional como de la TV,
radio, nos han mostrado un problema grave existente en nuestro país y que
afecta a las Personas Mayores. El MALTRATO, en este artículo hablaremos de él,
basándonos especialmente en la última declaración de la OMS al respecto.
El maltrato de las personas mayores es un acto único o
repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad. Este tipo de
violencia constituye una violación de los derechos humanos e incluye el
maltrato físico, sexual, psicológico o emocional, la violencia por razones
económicas o materiales, el abandono, la negligencia y el menoscabo grave de
dignidad y la falta de respeto (OMS).
El maltrato de las personas mayores es un problema importante
de salud pública. Aunque hay poca información sobre el alcance del maltrato en
la población de edad avanzada, se calcula que 2 de cada 10 personas mayores ha
sufrido maltrato en el último mes. La cifra está subestimada, ya que solo se
notifica 1 de cada 24 casos de maltrato a personas mayores. Esto, porque los
afectados suelen tener miedo de informar, especialmente cuando el maltrato
proviene de sus familiares y/o amigos.
El maltrato de las personas mayores ocasiona lesiones físicas
desde rasguños y moretones a fracturas óseas y lesiones craneales que pueden
provocar discapacidades y secuelas psicológicas graves, de larga duración, como
depresión y ansiedad. Para las personas mayores las consecuencias del maltrato
pueden ser especialmente graves porque sus huesos son más frágiles y la
convalecencia más larga. Incluso lesiones menores pueden provocar daños graves
y permanentes, o la muerte.
Los datos sobre el problema en establecimientos como
hospitales, hogares de ancianos y otros centros asistenciales son escasos. En
estos establecimientos se cometen actos como maniatar a los pacientes, atentar
contra su dignidad, impedirles que tomen decisiones en los asuntos de la vida
cotidiana, ofrecerles una medicación excesiva o insuficiente y retener la
medicación que necesitan, y desatenderlos o someterlos a malos tratos
emocionales.
El número de casos de maltrato a personas mayores puede
amentar por el rápido envejecimiento de la población en muchos países y a la posibilidad
que sus necesidades no puedan atenderse plenamente por falta de recursos.
Factores de riesgo.
Entre los riesgos de la persona mayor están la mala salud
física y mental de la víctima, los trastornos mentales y abuso del alcohol y
las sustancias psicotrópicas del agresor. Entre otros factores que pueden
incrementar el riesgo de malos tratos, se incluye el sexo de la víctima y el
hecho de compartir vivienda. En algunas culturas las mujeres de más edad tienen
el riesgo del abuso económico, como el que se apoderen de sus propiedades al
enviudar. Las mujeres en general corren un mayor riesgo de sufrir formas más
persistentes y graves de maltratos y lesiones.
Compartir la vivienda es un factor de riesgo para el maltrato
de las personas mayores por cuanto, generalmente, son el cónyuge o los hijos
mayores quienes perpetran los malos tratos Cuando el agresor depende de la
persona mayor es más alto el riesgo de malos tratos. Con la incorporación de
las mujeres al mundo laboral y la reducción del tiempo que tienen disponible,
atender a los parientes mayores puede pasar a ser una carga más pesada que
aumenta el riesgo de maltrato.
El aislamiento de las personas mayores y la falta de apoyo
social son importantes factores de riesgo para el maltrato por parte de los
cuidadores. Muchas personas mayores están aisladas por la pérdida de
capacidades físicas o mentales o por la pérdida de familiares y amigos.
Existen factores socioculturales que afectan el riesgo de
maltrato a los mayores, como la representación de ellos como frágiles, débiles
y dependientes, el debilitamiento de los vínculos entre las generaciones de una
misma familia, la migración de las personas jóvenes que dejan a los padres
ancianos solos y la falta de fondos para pagar un cuidador.
En los establecimientos institucionales, es más probable que
se produzca maltrato si el personal no está capacitado y mal remunerado o
soporta una carga de trabajo excesivo o si el entorno físico es deficiente, y
las normas no favorecen los intereses de los mayores.
Son muchas las estrategias que se han aplicado para prevenir
el maltrato de las personas mayores, combatirlo y mitigar sus consecuencias. Por
ejemplo, campañas de sensibilización al público y los profesionales, detección
de posibles víctimas y agresores, programas en las escuelas, intervenciones de
apoyo a los cuidadores, políticas sobre las residencias para definir y mejorar
el nivel de la atención.
Entre los esfuerzos para impedir que se repita el maltrato se
incluyen las siguientes intervenciones: notificación obligatoria del maltrato a
las autoridades, grupos de auto ayuda, casas de reposo, centros de acogida de
emergencia, programas de ayuda psicológica a las personas que dan los malos
tratos, teléfonos de asistencia que proporcionan información y derivación,
intervenciones de apoyo a cuidadores.
De momento no hay pruebas de la eficacia de la mayoría de las
intervenciones. Ahora bien, el apoyo a los cuidadores después de un caso de
maltrato reduce la probabilidad que se repita y los programas intergeneracionales
en las escuelas (para reducir actitudes sociales
negativas y los estereotipos) han arrojado resultados positivos, al igual que
el apoyo a los cuidadores para prevenir el maltrato de los mayores antes de que
ocurra y la sensibilización de los profesionales con respecto al problema.
En algunas partes el sector de la salud ha desempeñado una
función protagónica en la sensibilización del público sobre el maltrato a las
personas mayores, mientras que, en otras es el sector de los servicios sociales
el que ha tomado la iniciativa.
A nivel mundial, se sabe poco sobre el maltrato a los mayores
y su prevención, especialmente en los países en desarrollo, incluido el nuestro.
La magnitud y naturaleza del problema apenas empieza a perfilarse. Muchos
factores de riesgo siguen poniéndose en duda, y las consecuencias y los datos
sobre lo que funciona para prevenirlo aún son limitados. Debemos seguir
investigando en este problema tan serio y doloroso.
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