INFORME
SOBRE MUJERES MAYORES 2021
Sonia Zapata. Investigadora Cendec.
Me ha parecido interesante comentar y dar a conocer el
segundo informe presentado en la Asamblea General UN por la Experta
Independiente sobre los derechos humanos de las personas de edad, Claudia
Mahler. El mandato de la Experta Independiente le exige integrar una
perspectiva de género en todas sus actividades y mostrar las formas de
discriminación contra las personas de edad.
La población mundial está envejeciendo se espera que, para
2050, una de cada seis personas tenga más de 65 años. Las mujeres son la
mayoría de las personas de edad, tienden a ser más longevas que los hombres en
todos los países. Esta diferencia de género significa una mayor expectativa de
vida para las mujeres y oportunidades para la participación social, también
significan más años de vida en soledad, una alta probabilidad de discapacidad o
enfermedad y mayor necesidad de cuidado.
El envejecimiento mundial nos muestra la necesidad de
políticas sociales y económicas, y de garantizar que se protejan y consagren
los derechos de las personas de edad. La pandemia de COVID-19 mostró las
brechas y los desafíos existentes en este sentido. La edad mayor tiene
significados y sentidos diferentes entre los países e inclusive al interior de
ellos. Este significado está basado en construcciones sociales y suposiciones
sobre las personas mayores que podrían ser diferentes en función del género.
Hoy se considera que las mujeres de más de 50 años son
mayores, aunque sus vidas sean totalmente diferentes a las de las mujeres de edad
más avanzados. Las vivencias del envejecimiento están relacionadas con las
diversas realidades económicas, sociales y de salud en las que viven las
mujeres. Las oportunidades, los recursos se diferencian en función del género
El término “género” hace referencia a las identidades, las funciones y los
atributos de las personas construidos socialmente, asociadas a las diferencias
biológicas en función del sexo. En algunas sociedades el “género” se construye en
torno a diferencias percibidas entre hombres y mujeres
Los estereotipos sobre el género no desaparecen con la edad,
se agravan en las etapas avanzadas de la vida, como la fragilidad, la
dependencia, la falta de capacidad y la pasividad Las actitudes
discriminatorias por edad son más perjudiciales para las mujeres mayores que
para los hombres mayores. La menopausia marca el envejecimiento de las mujeres,
al asociarse negativamente con la falta de fertilidad, productividad, juventud
Esto se ha traducido, en suposiciones erróneas como que la sexualidad
desaparece con la edad.
Suele relacionarse la
edad mayor con la pasividad y la resistencia al cambio lo que limita el compromiso
político y social de las mujeres mayores, estereotipos que no consideran la
participación de las mujeres mayores en sus sociedades y comunidades. Las
mujeres de edad continúan siendo invisibles para las leyes y políticas. Algunas
políticas sobre envejecimiento hacen referencia al género pocas veces tienen en
consideración la situación de las mujeres de edad de manera detallada lo que demuestra
la falta de atención específica a las necesidades y preocupaciones de las
mujeres de edad. Estas no suelen ser consultadas en la elaboración, la
implementación y el seguimiento de las políticas y estrategias. Es la sociedad
civil y las agrupaciones de personas mayores las que trasmiten sus necesidades.
Es importante señalar que el acceso a la educación, la formación
y el aprendizaje continuo son condiciones necesarias para gozar de los derechos
humanos, para un envejecimiento sano y prevenir la demencia. A pesar de esta
constatación el aprendizaje adulto continúa siendo una prioridad menor en las
políticas nacionales el derecho a la educación se centra en las primeras etapas
de la vida. Dos tercios de las personas de edad analfabetas del mundo son
mujeres
Existe una cantidad importante de mujeres mayores que realizan
trabajos por necesidad económica y también para evitar ser dependientes y
permanecer activas y conectadas Trabajar durante esta edad tiene ventajas y
desventajas, aumenta la independencia financiera, proporciona plenitud y colabora
en el ingreso familiar y en algunos casos otorga ventajas cognitivas. Pero,
trabajar puede afectar negativamente la salud física y mental de las mujeres de
edad por las malas condiciones de trabajo, por la discriminación y el maltrato
y el estrés producido por sus múltiples responsabilidades, en el trabajo y en
el hogar. Es conocida la brecha salarial de género que incluso aumenta con la
edad. Los puestos de trabajo se vieron especialmente afectados durante la
pandemia de COVID-19. ya que las mujeres asumieron la mayor parte de las
responsabilidades de cuidado adicionales en el hogar, lo que amplía la brecha
de género en la participación laboral y el salario.
La menor participación en la fuerza de trabajo, la brecha
salarial de género, las interrupción del empleo por cuidado de nietos y
trabajos a medio tiempo, precarios e informales tienen repercusión en sus
pensiones que suelen ser inferiores que las de los hombres. El hecho que la
mujer se pensione a menor edad reduce el período de tiempo durante el cual
ellas pueden aportar, y por consiguiente su pensión. Como dato ilustrativo en estudios
para 2019 indican que, sobre los 75 años, el riesgo de pobreza o de exclusión
social es más alto para las mujeres, en un 23,3 %, en comparación con los
hombres, que es de un 16 %, Debido a los ingresos y ahorros limitados, la falta
de servicios de asistencia asequibles y comunitarios, las mujeres de edad
pueden estar en riesgo de ser internadas o de vivir en viviendas inadecuadas e
inseguras.
Otro aspecto interesante de analizar es el tema de la salud.
La exclusión de la seguridad social y del seguro médico que dependen del empleo
formal, la dificultad y en algunos casos falta de atención de la salud, atentan
contra el derecho de las mujeres de edad a la salud. Ellas son una proporción
importante de los grupos de mayor edad en todo el mundo. Ellas interactúan más
con el sistema salud, tienen tasas más altas de ciertas enfermedades, como la
demencia, la enfermedad de Alzheimer, la osteoporosis, la depresión y la
ansiedad. Sabemos que, a pesar de ser más longevas, su salud es más deficiente,
en comparación con los hombres. La pandemia de COVID-19 aumentó el aislamiento
social y las enfermedades de salud mental, debido a que es común que las
mujeres de edad vivan solas. Además, son las que cuidan a los familiares
mayores con discapacidades
Las desigualdades de género, la discriminación y el edadismo
impiden el derecho de las mujeres de edad a tomar decisiones libres e
informadas sobre sus vidas, los requisitos para una vida independiente, como la
asistencia personal, el acceso a una vivienda adecuada y la ayuda para la
movilidad no son consideradas importantes. Debido a que las mujeres viven más y
a que su capacidad funcional disminuye con el paso del tiempo, necesitan
atención y apoyo a largo plazo para mantener su autonomía e independencia. Sin
embargo, en el mundo, la atención a largo plazo es ignorada en las políticas y
normas nacionales.” Esto ha tenido un doble impacto en las mujeres ya que son
las principales proveedoras de cuidado y las principales receptoras de cuidado
en la edad mayor”. El acceso y la calidad de la atención y el apoyo han
disminuido aún más debido a algunas medidas adoptadas para contener la pandemia
de COVID-19.
En varios países, se responsabiliza a la familia por el
bienestar de sus miembros de edad y, para muchas personas de edad, la atención
familiar es la opción preferida o incluso la única, los modelos de atención en
las familias presentan una carga desproporcionada a las mujeres. Algunas
iniciativas en el mundo abordan la desigualdad de género al disponer una
licencia remunerada para los cuidadores trabajadores que asisten a un familiar
o a un persona que vive en su hogar, licencia de paternidad remunerada, dos
semanas como mínimo de licencia parental no transferible para ambos
progenitores y el derecho a modalidades de trabajo flexible para los
trabajadores con responsabilidades familiares
La falta de vivienda y de servicios de cuidado comunitario llevan
a que la única alternativa es la internación en hogares, donde viven en su
mayoría mujeres de edad. Las mujeres de edad con discapacidades son más
propensas a ser internadas. La inseguridad económica, el difícil acceso a
servicios de salud y atención de calidad, la falta de independencia, ponen a
las mujeres de edad ante un mayor riesgo de ser víctimas de violencia, maltrato
y descuido... Las leyes, políticas y la concientización sobre el maltrato en la
edad mayor no incluye una perspectiva de género y, las campañas sobre violencia
contra las mujeres no consideran los riesgos que enfrentan las mujeres mayores.
Existe una escasez de datos desglosados por género respecto de la violencia, el
maltrato y el descuido que padecen las personas de edad. La Organización
Mundial de la Salud estima que, durante el año anterior, una de cada seis
personas mayores de 60 años padeció maltratos en hogares y que dos tercios del
personal de atención informó de haber cometido maltratos. La incidencia de
estos aumentó durante la pandemia de COVID-
Los datos disponibles sobre violencia contra la mujer son
respecto de la violencia conyugal y la violencia sexual. La información está
restringida al intervalo de 15 a 49años, casi no se conoce las experiencias de
las mujeres de más de 50 años. La violencia sexual contra las mujeres de edad
ha sido ocultada por los tabúes y los estereotipos y se denuncian muy poco. Los
estudios sobre este tema los autores son en su mayoría hombres, generalmente
una pareja, un familiar o un cuidador. Las consecuencias de la violencia sexual
contra la mujer de edad incluyen lesiones corporales graves, trauma emocional
grave, problemas de salud a largo plazo, pérdida de independencia, y
fallecimiento anticipado.
La información
compartida por la Experta Independiente demuestra que las mujeres de edad se enfrentan
a violencia y maltrato diferentes, y el maltrato emocional, financiero y
material, físico y sexual, así como también el descuido, son habituales. La
violencia, el maltrato y el descuido es mayor en ELEAM, donde la mayoría suelen
ser mujeres. La manera en que el género condiciona las formas, las consecuencias
no se han investigado lo suficiente. El maltrato y el descuido en los hogares
de atención se ha documentado en varios países, incluso durante la pandemia de
COVID-19. Se plantearon, por ejemplo, la sobre medicación de los residentes,
especialmente de los con demencia, la administración de medicamentos
antipsicóticos para “manejarlos” en los hogares de atención.
La dependencia de
otros para lograr atención, medicamentos, movilidad, vivienda, alimentos y
apoyo económico les impide a las mujeres denunciar y buscar ayuda. Podrían
permanecer en relaciones abusivas debido a las creencias sociales, para cuidar
de una pareja de edad o para no abandonar una relación duradera. La falta de
asistencia y protección adecuada impide la denuncia, los mecanismos de
protección existentes no ofrecen respuestas a las necesidades de las mujeres de
edad. Se han informado, la decisión de realizar investigaciones preliminares,
por ejemplo, en la Argentina, Chile y México. En otros lugares, hay proyectos para
mejorar la prevención, así como también para ayudar a proteger y asistir a las
mujeres de edad que se encuentran en un alto riesgo de padecer maltratos.
Los conflictos, los desastres naturales, las pandemias y
otras emergencias son problemáticos para las mujeres y las niñas, como el
aumento de la violencia sexual y de género, , los servicios de salud no estén
disponibles o sean inadecuados, en la pandemia de COVID-19, los datos
desglosados por sexo y edad principalmente se encuentran faltantes, por
ejemplo, en los informes sobre cuidado a largo plazo, como también en los
análisis de los efectos en las personas de edad. En los conflictos armados, se
ha constatado que las mujeres mayores han sido víctimas de detenciones
arbitrarias, torturas, tratos inhumanos y degradantes, violencia sexual y
asesinatos arbitrarios. En algunos casos, las mujeres, incluidas las mujeres de
edad, denuncian estar amenazadas para no realizar actividades de subsistencia
fuera de sus hogares, lo que limita su acceso a los alimentos.
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