“HOMBRE Y MUJER PERSONA MAYOR”

Sonia Zapata Donoso, Investigadora Cendec.

INTRODUCCION

Todos somos lo mismo: humanos. Pero, nadie es igual a cualquier otro que haya vivido, viva o vivirá. Lo que nos remite a la igualdad entre hombres y mujeres y, a la vez, a la diversidad entre hombres y mujeres en las distintas culturas de la historia humana.

A lo largo de la historia, han existido culturas en las que hombres y mujeres han asumido distintos roles Existió una era en la que hombres y mujeres centraban su actividad en la tierra como fuente de trabajo, consumo y organización social. Posteriormente, el centro de la actividad se desplaza hacia el trabajo fuera del hogar y hecho para otros, por lo cual se recibe un salario. Los hombres asumen el rol de proveedor y sustento económico del hogar, relegando a la mujer a lo doméstico. Actualmente, estamos viviendo el cambio a una nueva era en la que tanto hombres como mujeres pueden ser proveedores y sustento económico de su familia y pueden asumir roles domésticos dentro del hogar.

Es importante conocer dos términos que a primera vista pueden parecer sinónimos: sexo y género. El sexo se refiere a las características biológicas, anatómicas, fisiológicas y cromosómicas de los seres humanos que los definen como hombres o mujeres. El género es el conjunto de ideas, creencias y atribuciones sociales que se construyen en cada cultura y momento histórico con base en la diferencia sexual. Las diferencias en materia de género se construyen socialmente y se inculcan sobre la base de la percepción que tienen las distintas sociedades acerca de la diversidad física, los gustos, preferencias y capacidades entre mujeres y hombres. Mientras las disimilitudes en materia de sexo son inmutables, las de género varían según las culturas y responden a las transformaciones de la sociedad. El ser mujer u hombre implica un proceso de culturización, aprendizaje y adaptación a los roles establecidos.

Relaciones entre ambos géneros a lo largo de la vida.

Se considera que los hombres y las mujeres no son iguales. Cada uno tiene su propia función en la vida, según el tipo ideal histórico. La cultura patriarcal impone, a la mujer, la predisposición natural al amor, su identidad sujeta a la maternidad y el mandato de ser cuidadora y responsable del bienestar ajeno. La masculinidad prepara a los hombres para enfrentar la vida con fortaleza, conocimiento, poder, y habilidad. El modelo de masculinidad  se construye sobre el poder y la potencia y se mide por el éxito, la competitividad, el estatus, la capacidad de ser proveedor, la propiedad de la razón y la admiración que se logra de los demás.

Las personas se convierten en hombres y mujeres en función del aprendizaje de representaciones culturales de género en las relaciones que, unos y otras, mantienen en diferentes esferas sociales como la familia, la escuela, el grupo de iguales, etc.. El género, provee de referentes culturales que son reconocidos y asumidos por las personas. A lo largo de la vida hombre y mujer asumen diferentes roles producto de la socialización de los roles. Tales roles constituyen una construcción social y se han transmitido de generación en generación por miles de años y son los que determinan las relaciones entre ambos géneros.

Particularidades de la vejez de hombre y mujer.

La vejez no se presenta igual entre hombres y mujeres debido a las brechas que se basan en relaciones de género que afectan a la población adulta mayor en nuestro país en los ámbitos de salud, trabajo e ingresos, entre otros.

Si resumimos las diferentes investigaciones con respecto al tema, en nuestro país, se observa que las mujeres presentan una morbilidad que supera la presencia de enfermedades en los varones. Los hombres mayores presentan mayores tasas de consumo de alcohol que las mujeres y al traspasar los 75 años de edad, la brecha se acorta, llegando los niveles de consumo en el caso de las mujeres casi al 0%, mientras que entre los ancianos se mantiene por sobre el 10% de la población.

En nuestro país las mujeres son más proclives a experimentar estrés que los hombres. Casi un 10% más de mujeres que de hombres. Las mujeres mayores de 65 años reaccionan alteradamente a los problemas; en los hombres este tipo de reacciones se da menos.

En relación al trabajo, hay una menor inserción laboral de las mujeres pero, a medida que aumenta la edad, la brecha entre ambos disminuye progresivamente. Los/as pensionados se ven obligados a continuar trabajando para compensar los ingresos provenientes de las pensiones. Las mujeres tienden a desempeñarse en el sector informal de la economía, y a partir de los 75 años, trabajan más horas a la semana que los hombres. La jubilación suele verse por el hombre como un periodo de decadencia. En cambio, para la mujer, representa un tiempo de libertad. Este sentimiento se entiende por la obligación que ha tenido la mujer en su vida activa al compartir el rol laboral con el doméstico.

Las mujeres demuestran mayor autonomía en esta etapa y es más común encontrarlas viviendo solas después de enviudar. Muchas de ellas son jefas de hogar. Los hombres tienden a volver a emparejarse después de los 60 años,

En el ámbito social las mujeres se integran fácilmente a las organizaciones de personas mayores, Las organizaciones en que participan son los grupos religiosos, organizaciones de vecinos y, organizaciones de adultos mayores como clubes, por ejemplo. Los hombres participan en organizaciones vecinales o barriales, clubes deportivos y recreativos y, algunos, en grupos religiosos Las mujeres, mayoritariamente, siguen realizando roles domésticos de cuidadoras de nietos o de personas en situación de dependencia.

Respecto de los cambios fisiológicos uno de los aspectos diferenciadores es el periodo de fertilidad. Mientras los hombres pueden engendrar sin límite de edad, las mujeres deben asumir su tiempo biológico.

Seguramente usted encontrara más características que las aquí enunciadas, pero estas son las más comunes.

 

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