SISTEMAS DE SALUD Y DISCRIMINACION A LOS ADULTOS MAYORES

                                                               José Nagel, Investigador Cendec

Si hay un sector de la población que requiere de especial atención en materia de salud, es el de los  adultos mayores. Tanto por razones biológicas como sociales y económicas, deben ser materia de un tratamiento adecuado y establecido por las normativas y sistemas de atención.

Sin embargo, un examen tanto de la situación actual como de la que se anticipa venir, muestra una realidad muy diferente.

La mayoría de las personas de 60 años y más (84,9%) se atiende en el sistema público a través de FONASA, el 8,4% está afiliado a ISAPRES y el resto a otras modalidades.

 Los afiliados a FONASA pueden acceder a la atención médica y hospitalaria con un gasto bastante menor que si lo hicieran en el sistema privado. Sin embargo, las insuficiencias del sistema hacen que la atención se resienta por la escasez de personal y equipamientos y la inmensa diferencia entre oferta y demanda que genera largas listas de espera para las atenciones más delicadas. Y esa espera, a menudo para un adulto mayor resulta fatal.

Por el otro lado, las personas mayores que se atienden en el sistema privado, normalmente, deben pagar más que las personas jóvenes. Ellas son admitidas con muchas restricciones en las ISAPRES y no pueden cambiarse dado que la mayoría tiene enfermedades preexistentes. Es decir, quienes más necesitan la atención son los mayormente marginados. Tienen una atención de salud más cara, más restringida y con menos posibilidad de enfrentar situaciones catastróficas.

La lógica diría que es preciso desarrollar acciones que permitan, en ambos sistemas, mejorar la situación de atención. Y las medidas son de ámbitos diferentes. Sin duda, en el sistema público es imperativo inyectar recursos muy significativos para ampliar y mejorar la infraestructura, contar con más personal y modificar procedimientos. Junto a ello, implementar medidas que permitan la atención preferencial de los mayores.  Esto con el fin de llegar a contar con un sistema que permita atender eficientemente a la demanda que ya existe y que está lejos de ser satisfecha.

En el sistema de ISAPRES las medidas parecen ser otras apuntando, sobre todo, a la limitación de las utilidades excesivas lo que permite disminuir los costos que pagan los afiliados, modificar las condiciones de admisión y permanencia y generar normativas que favorezcan a los adultos mayores, especialmente en la prevención de situaciones catastróficas.

Ahora, si volvemos la vista hacia el futuro inmediato, y se examinan las soluciones que se están perfilando, la situación también se presenta problemática. Tanto los anuncios del actual Gobierno como las propuestas contenidas en el borrador de la posible nueva constitución están apuntando a la creación de un sistema único de salud al cual deberán integrarse todas las personas. Es ésta, sin duda, una loable aspiración que apunta a generar mecanismos no discriminatorios e igualitarios como los que se observan en muchos países desarrollados.

Sin embargo, al llevar esta aspiración a la realidad, se observa que hay problemas muy serios para implementarla de inmediato porque significa sumar más de tres millones de personas adicionales a un sistema que ya está sobrecargado y con serias dificultades para atender a los actuales beneficiarios. La lógica diría que, talvez, el primer paso sería el de mejorar el sistema público permitiéndole atender a la actual demanda y, después, proceder a integrar a quienes hoy son atendidos en el sistema privado.

Para los adultos mayores, especialmente, es esta una perspectiva inquietante. Dentro de los que se trasladarían al sistema público hay más de un millón de personas mayores que pasarían a engrosar las listas de espera.

Se ha dicho, por otro lado, que quienes quieran atenderse en el sistema privado podrán hacerlo y, como serán personas de ingresos altos, para ello podrían contratar un seguro privado complementario. Se olvida, sin embargo, que no todos los que se atienden por ISAPRES son gente adinerada. En el hecho, de acuerdo a los datos de la Encuesta CASEN 2017, solo el 24,8% de los afiliados a ISAPRES pertenecen al quintil de mayores ingresos y, en cambio el 50,4% se ubica en los quintiles III, IV y V., es decir los más bajos. Y en estos grupos los adultos mayores tienen presencia preponderante.

 Adicionalmente es preciso recordar que existe una enorme dificultad para que las compañías de seguros acepten a las personas mayores. En el hecho casi ninguna otorga un seguro de salud a los mayores de 75 años.

¿Qué pasará, entonces, con los adultos mayores?

Esperemos que la dura realidad se imponga por sobre los prejuicios ideológicos y que, quienes deban implementar el nuevo sistema, sea gobierno o parlamento, tengan en cuenta la situación de los mayores y las dificultades que se les avecinan.

 

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